"Del interior del que crea en mí brotarán ríos de agua viva" (Jn 7, 39).

sábado, 29 de agosto de 2009

Antonieta Raco, nuevo caso de curación inexplicable en Lourdes


Nueva curación inexplicable en Lourdes: la historia de Antonietta Raco
Su testimonio y el de su obispo

Tomado de ZENIT.org

LOURDES, viernes 28 de agosto de 2009 - La italiana Antonietta Raco, paralizada desde el año 2005, ha sido curada de una esclerosis lateral amiotrófica (ELA, como la suelen denominar los especialistas) a raíz de una peregrinación a Lourdes, este verano, anunció su obispo, de la diócesis de Tursi-Lagonegro, monseñor Francescantonio Nolé.

"Es un don del Señor a través de su santísima Madre", ha declarado el obispo que guiaba la peregrinación. Su testimonio fue recogido este jueves por Radio Vaticano.
Raco tiene 50 años y es de Francavilla in Sinni, cerca de Potenza, en la región de la Basilicata, en el sur de Italia. Ha sido tratada en el hospital Le Molinette de Turin.

Se ha puesto de nuevo en pie y ha vuelto a caminar de manera inexplicable.
El obispo precisa que Raco realizó una visita de control en Turín el 24 de agosto y el profesor Chiò declaró que "desde el punto de vista de la literatura médica, nunca ha habido un caso de regresión de la enfermedad".

"Se puede decir que es un acontecimiento extraordinario", ha dicho el prelado.

Los médicos, sorprendidos

El pasado 25 de agosto, Raco explicó al diario católico italiano "Avvenire" las circunstancias de esa visita médica con su marido.

"Yo estaba ansiosa de reencontrarme con los médicos; esperaba que alguno me dijera que ya no tenía nada --recuerda--. Durante esa visita, vi el asombro de los especialistas". "El profesor Chiò ha querido que explique todo lo que me está pasando sin omitir nada", explica. "Él estaba sorprendido y me dijo: ‘Me he quedado sin habla' --recuerda--. Me envió a hacer nuevas pruebas, me pidió que no suspendiera la terapia. Y, sin decir nada, me dio un beso. Y se conmovió. Yo siempre he rezado por él esperando que se descubriera cómo curar la ELA".

Fue el profesor Chiò quien envió el dossier clínico al obispo que lo hará llegar a la oficina de Lourdes. Un equipo médico analizará la cuestión no sólo desde el punto de vista médico, sino también desde el punto de vista teológico.

Una voz que calma

Raco ha explicado a "Avvenire" la historia de esta curación: "En Lourdes, yo no pedí un milagro. Yo recé a la Virgen para que me diera la fuerza de vivir con dignidad cada instante que me quedaba", indica.

"Los casos de Piergiorgio Welby y de Eluana Englaro [dos casos de eutanasia muy mediáticos en Italia] me impresionaron; se interrumpieron las ayudas vitales de esas personas --reconoce--. Recé para no llegar a algo así".

"La vida debe ser vivida siempre y en toda circunstancia hasta el extremo -afirma--. También recé por una niña de mi pueblo que también padece ELA".

Antonietta Raco precisa: "Al entrar en el agua, fui ayudada por tres ‘damas'; dos de ellas se apartaron después y la otra continuó ayudándome". Y continúa: "Pero mientras ella estaba haciendo esto, sentí la presencia de alguien más que me sostenía por el cuello; intenté volverme, pero no había nadie; sentí un gran dolor en las piernas, después un alivio".

"Fue en ese momento cuando escuché, a mi izquierda, una voz femenina muy bella, suave, tierna, ligera --explica--. Nunca he oído nada igual; el mero hecho de oírla me alivió físicamente".

"Ella me dijo: ‘¡No tengas miedo, no tengas miedo!' --revela--. Pero yo temblaba, ¡tenía tanto miedo!, también porque era la única que oía esa voz".

El respeto de monseñor Nolé

Monseñor Nolé también ha expresado sus impresiones personales: "En primer lugar, un gran respeto hacia esta señora que ha ido a Lourdes y no ha pedido nada sino morir en paz".

El prelado continúa: "Ella dijo: "No quiero acabar como Welby, quiero que el Señor, que es dueño de la vida, sea el que tome mi vida en su mano". "Después pidió la paz y la serenidad para ella misma y para su familia. Y luego, la gracia para una niña de cuatro años que sufre también una esclerosis lateral amiotrófica", añade.

Pero sobre todo, el obispo siente respeto "porque, en Lourdes, después de haber recibido este gran don, esta señora no se lo dijo a nadie: se lo guardó para ella misma durante tres días".

"Y al volver a su casa sintió una voz interior que le invitaba: ‘¡Cuéntalo, dilo!'. Entonces preguntó: ‘¿Qué debo decir? Yo no merezco tanto, soy indigna...'", relata.
El obispo recuerda: "Yo le dije, tranquilizándola, que el Señor ha hecho este regalo no sólo para ella sino para toda la comunidad y para todos los que se enterarán, y de hecho estamos viviendo las consecuencias positivas".

La confesión a su marido

Efectivamente, la noche del 5 de agosto, después de la peregrinación, Raco sintió de nuevo la misma voz, cuando en realidad ella no había dicho nada a nadie antes.

Ella explica: "Estaba sentada en el sofá, mi marido estaba a unos metros de distancia. Sentí de nuevo claramente la misma voz que en Lourdes: ‘Llámale, díselo, llámale'".

"Yo me dije: ‘¿Pero qué debo decirle?' Y entendí otra vez: ‘Llama a tu marido, díselo'. Entonces llamé a mi marido Antonio y me levanté, di unos pasos y después volví al mismo lugar. Él no podía creer lo que estaba viendo. Y se lo dije todo", recuerda.

Antonietta Raco ha expresado su deseo de volver a Lourdes "pero como voluntaria para ayudar a los enfermos como otros me han ayudado".

Y el obispo destaca el efecto de esta curación: "He aquí que se ha vuelto a dar fervor a los que tenían fe y se ha removido la conciencia de los que la tenían tibia, apática".

"Muchos se han comprometido a ir a Lourdes, a estar disponibles para el servicio a los enfermos --explica--. Después se confronta la enfermedad y se dice: "Bien, esta señora ha recibido este milagro pero no lo había pedido. Se redescubre la gratuidad de la oración y la oración por los demás".

Monseñor Nolé insiste en el sentido de la peregrinación a Lourdes diciendo: "En el servicio a los demás, se redescubre justamente una gran fraternidad, la gratuidad de darse y de recibir dando, sin esperar recompensa material, obviamente, ni espiritual o moral: pero el servicio se convierte en sí mismo en una recompensa".

[Por Anita S. Bourdin, traducción del original francés por Patricia Navas]

sábado, 22 de agosto de 2009

Estamos dispuestos a ir a la cárcel antes que acatar ley del aborto, dicen ginecólogos


MADRID, 20 Ago. 09 (ACI).- El Dr. Esteban Rodríguez, portavoz de la plataforma de médicos de Derecho a Vivir, respondió al Ministro de Justicia de España, Francisco Caamaño, quien hace unos días dijo que ante la ley del aborto no cabe la objeción de conciencia, señalando que "estamos dispuestos a ir a la cárcel antes que acatar una ley criminal, y estamos dispuestos a cometer un presunto delito de desobediencia antes que un delito de aborto".

El médico explicó que "no mataremos a nuestros pacientes ni cometeremos un delito contra la salud pública lesionando deliberadamente la salud de las mujeres, por mucho que nos amenace el ministro de Justicia, abusando de su poder".

"Los médicos no somos soldados, ni policías, ni verdugos. No hay desobediencia civil en la negativa a matar a un ser humano, sino cumplimiento de nuestra obligación profesional", añadió.

Así, considera que, si el Gobierno cumple con la amenaza del ministro de Justicia de tratar penalmente a los objetores como desobedientes, "se generará una nueva categoría de víctimas de las leyes del aborto y de regulación de la conciencia: los ginecólogos que deseen cumplir con su deontología frente a una ideología impuesta".

Tras recordar que la objeción de conciencia debe ser respetada pues está establecida en el artículo 16 de la Constitución española, Rodríguez señaló que "nos resulta sorprendente que una ley que pretende proteger, para evitar la cárcel, a ciertos mercenarios de la Medicina, como el condenado doctor Morín, que lucran matando seres humanos a costa de lesionar la salud de las mujeres, vaya secundada de otra ley que pretende la desprotección, penando con cárcel a los médicos que traten de defender las vidas de sus pacientes y no dañar la salud de las mujeres".

"Recomendamos, que vayan pensando en crear una nueva categoría de funcionarios a cargo del ministerio de justicia o del de igualdad: los verdugos fetales", agregó el Dr. Rodríguez.

"Nos parecen altamente preocupantes las intenciones totalitarias del Ministerio de Justicia, en simbiosis con el de Igualdad. Si el anterior ministro de Justicia consiguió soliviantar a los profesionales de la judicatura, éste lo va a conseguir con los profesionales de la Medicina", concluyó.

martes, 18 de agosto de 2009

Gerard Depardieu: Las Confesiones de San Agustín calman mis interrogantes mas dolorosos


*Su apelllido significa «de parte de Dios», algo que declara «me da mucha seguridad»

16 de agosto de 2009.- El célebre artista francés cuenta cómo se engachó a San Agustín en un viaje a Roma con motivo del Jubileo del 2000. En un encuentro con el entonces papa Juan Pablo II, éste gritó a los cardenales presentes «¡Agustín! ¡Tenéis que hablarle de Agustín!». Así comenzó con las Confesiones de San Agustín. El actor francés Gérard Depardieu participó hace años en un ciclo de lecturas de San Agustín, en la catedral de Nôtre-Dame de París, declamando durante 50 minutos algunos fragmentos del libro de las Confesiones seleccionados por el escritor André Mandouze. En la siguiente entrevista, publicada por el diario «La Croix», Depardieu explica el origen y el sentido de esta iniciativa.
(Jean Marie Guènois / ReL) - ¿Podría contarnos el origen de estas lecturas?

- Todo comenzó en Roma, durante el Jubileo del 2000. Quise ir en peregrinación porque siempre he admirado mucho a Juan Pablo II. Me colocaron entre los cardenales y me presentaron al Santo Padre. Él me miró y exclamó en dirección a los cardenales que le rodeaban: «¡Agustín! ¡Tenéis que hablarle de Agustín!» El cardenal Poupard quería que hiciese una película, pero le objeté que no conocía nada de la obra de San Agustín. Me aconsejó que comenzara con las Confesiones. La lectura no me resultó fácil al inicio, pero las palabras de Agustín me cautivaron.


Su reflexión me pareció sublime y me remitió a mí mismo, a mi itinerario personal. Entre los 15 y los 17 años no sabía explicarme, no era capaz de hablar a causa de una hiperemotividad patológica. Sólo gracias a las palabras de los demás, de los escritores, logré sosegarme. Cuando leí a San Agustín rechacé la idea de la película, porque la imagen ata. Mientras que las palabras de Agustín y lo que dejan entender nos ofrecen toda su verdadera dimensión. Me he atado a ese libro, hasta el punto de que me sigue atrayendo con fuerza a pesar de que lo leo todos los días. He estado acudiendo durante veinte años a un psicoanalista. Pues los libros X y XI de las Confesiones (¡un pozo de referencias para los psicoanalistas!) ofrecen respuestas a nuestras preguntas más íntimas y calman nuestros interrogantes más dolorosos.
«Le escuché enseguida»

- Usted ha escuchado la voz de San Agustín. ¿A qué se parece?

- ¡La escuché enseguida! Parece la poesía de un hombre que no sabe decir lo que le pasa. Esa búsqueda me toca de lleno porque me remite a mi misma fragilidad y a lo que he vivido en los momentos cruciales de mi existencia. Percibí instintivamente la irradiación, la luz y una cierta verdad de San Agustín a la vez que hicieron nacer en mí las ganas de buscar la forma de compartirlas con los demás en algún momento. Me imaginé un lugar donde la gente se recoge: iglesia, templo, mezquita, sinagoga. Allí encender cuatro velas que se consuman en 45 minutos – Moliére calculaba la duración de sus comedias conforme a la duración de las velas-, colocarme sin montaje alguno, simplemente anunciando en la puerta de la iglesia una lectura.

Me encontré con el presidente Bouteflika en Argelia en el 2001, en pleno recrudecimiento del fundamentalismo musulmán y sólo hablamos de San Agustín. Le dije que tenía necesidad de una guía, y él me aconsejó que hablara con André Mandouze que, por casualidad, estaba en Argelia en aquel mismo momento. Estaba impresionado, pero perdido en los libros de San Agustín. Pocos días después de nuestro encuentro, André me ofreció lo que buscaba: la historia de Agustín, su vida anterior, su conversión, el éxtasis. Me impresionó cómo San Agustín trataba a Dios de tú, el hecho de que se enfrentara directamente con Él. Quise comenzar desde esa cólera para acabar con el éxtasis. André llegó en el momento justo para indicarme el camino.

- ¿Le han hecho crecer las resonancias profundas, el camino íntimo y la cercanía de Mandouze?

- ¡Desde luego! Dejé la escuela a los 13 años, y la catequesis incluso antes de la Primera Comunión, porque el Padre Lefévre, que era mi director espiritual, me encontraba demasiado turbulento. En realidad yo era un apasionado de la vida. Goloso. Vivo. Tenía el deseo retorcido en el cuerpo de conocer todo, de entender todo. Por aquella época, en los años 50, los hijos de los pobres no se mezclaban con los de los ricos. Mi padre, hojalatero aunque llegó a ser gregario del Tour de Francia, era analfabeto, y mi madre tuvo muchos hijos.

Yo era una hierba que crecía salvaje, siempre animada por las ganas de hacer el bien. Era católico, no practicante, y siempre tenía en mí la presencia del misterio. Sin conocer nada, incluso sin saberlo, tenía la fe, pues la fe es, precisamente, las ganas de vivir, de vivir y de captar todo. Pero mis padres pusieron coto a mis ganas. La vida se ha encargado de atenderlas. He tenido que buscar mis guías. Y encontré dos: Jean Giono y su Canto del mundo. Y al final de mi adolescencia, cuando dejé Chateauroux, llevaba a mano en el bolsillo las Relatos de un peregino ruso. Siempre tenía en lo más profundo de mí mismo la súplica «¡Señor Jesús, ten piedad de mí!». Suspiraba con ella, y me quitaba todos mis temores. Estaba cargado de espiritualidad sin saberlo.
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