"Del interior del que crea en mí brotarán ríos de agua viva" (Jn 7, 39).

martes, 31 de enero de 2012

P. Juan Gonzalo Callejas, sacerdote exorcista, cuenta sus secretos en libro 'Contra la brujería'


La lucha contra el mal

Por lo que vivió en su pasado, el sacerdote católico Juan Gonzalo Callejas dice tener argumentos para luchar contra el mal. "En mi juventud fui víctima de los engaños del demonio. Puedo decir que estuve a su servicio", afirma. Vivió una juventud rebelde en la Medellín de los años 90, cercana a las bandas delincuenciales y alejada de toda fe. Su mamá lo acercó a un grupo de oración carismático. "Me impusieron en la espalda un crucifijo y sentí cómo una presencia negativa se retiraba de mí. Decidí cambiar de vida".

¿No creer en la brujería es una forma de defenderse de ella?

Es una suposición equivocada. Si la brujería dependiera de que yo crea, no vendría de una acción espiritual, sino de un fenómeno psicológico. La brujería desata una fuerza diabólica que actúa independientemente del nivel de conciencia que se tenga sobre su existencia. De lo contrario, no reaccionaría ante oraciones, como he visto que sucede.

¿Cuáles son las puertas por donde entra la brujería?

La peor: el pecado. Es más grave romper los diez mandamientos que estar poseso por el diablo. Ahora, hay tres llaves que permiten la acción de Satanás en el mundo: la envidia, la maldición y el maleficio. Si esto no existiera, él sería una mascota inofensiva.

Usted critica a la Iglesia católica por su actitud en relación con la brujería.

Sí, porque la Iglesia, por temor a ser tachada por excesos como los de la Inquisición, niega la realidad del mal, que es una realidad bíblica. Está bien que no quiera revivir esa vergüenza histórica, pero no puede pasarse al extremo del racionalismo y pensar que todo es un fenómeno psiquiátrico. El código de derecho canónico ordena que cada obispo nombre a un sacerdote exorcista en su diócesis, y eso no se cumple. Ponen a cualquiera sin fe en esas cosas, que trata de convencer a la gente de que el diablo no existe y de que lo que padece es mental. Pero un esquizofrénico no tiene por qué saber tus pecados ni por qué hablar perfecto latín o arameo. Yo he tenido que enfrentarme con estos casos, que la gente conoce por historias como la de la alemana Anneliese Michel (que inspiró la película El exorcismo de Emily Rose). Son personas poseídas por almas condenadas que pudieron ser conjuradas por un brujo para provocar daño.

¿Hay más acciones del diablo ahora en el mundo?

Cada vez más, y la Iglesia católica es inofensiva ante las fuerzas del mal. Hay una crisis de fe, por no decir una gran apostasía, de los católicos y sus autoridades. La Biblia muestra a San Pablo enfrentando a una pitonisa, a San Pedro luchar contra un brujo. Entonces, ¿eso ya pasó de moda? Es una realidad, y ellos pretenden negarla. Con esos pastores, para qué lobos.

¿Cuándo se debe buscar a un sacerdote exorcista?

Si una persona ha entrado en el ocultismo por pactos satánicos y pretende deshacer esa consagración, necesita un sacerdote exorcista. Si se está afectado por brujería que viene de sectas satánicas o de sacerdotes satánicos, necesitará la autoridad de un sacerdote católico para deshacerla. Mi libro propone un manual para contrarrestar los efectos de la brujería por sí mismo. Si con esas pautas no se logra una mejoría, es para sospechar que se requiere un sacerdote.

Su libro dice que es Dios quien permite actuar a Satanás.

Así es. El diablo y el mal están en el mundo porque Dios deja que se manifiesten. Tengo cientos de testimonios de familias que no creían, y después de que uno de sus miembros sufrió manifestaciones diabólicas creyeron en Dios. Lo que más rabia le da a Satanás es que el Señor se valga de él para salirse con la suya.

¿Cómo protegerse?

La brujería tiene su fuerza en un acto de fe malvado: el brujo cree que su acción va a causar un daño en una persona. ¿Cómo protegerme? Asegurándome de que mi acto de fe en Dios es lo suficientemente fuerte para soportar ese ataque. La fe va a parar todo, como un chaleco antibalas espiritual. Pero si mi fe es poca, es como protegerse con una camiseta ante una 9 milímetros.

Muchas veces se acude a la misma brujería como contra.

Pues al no encontrar respuesta en la Iglesia católica, van donde el brujo o el chamán, que son todos fuerzas oscuras. Y el mismo Señor dice que Satanás no puede expulsar a Satanás.

Usted señala la homeopatía y la acupuntura como caminos a la brujería. ¿No exagera?

No puedo decir que todo esto sea malo. Pero sí hay que tener cuidado. Muchas de estas prácticas vienen de culturas paganas. Hay que preguntarse de dónde llega su sabiduría. Porque estas no son ciencias (la ciencia viene de Dios) y lo que procede de las superstición camina en tinieblas. Sé de personas que antes de entrar a consultorios de esta clase se consagran a Dios y les responden que no los pueden atender. No es coincidencia.

¿Es así de efectiva la oración?

La oración siempre será atendida. Dios te va a mostrar si las cosas son o no de él, pero si perseveras en la fe. Si no, se retira y te deja.

Habla de la importancia de rezar el rosario. ¿Por qué?

El rosario tiene su principio bíblico en una promesa de Dios dada desde el Génesis: una mujer aplastará la cabeza de la serpiente. Cada vez que dices el Ave María, le recuerdas a Satanás que él perdió y fue derrotado por una mujer, es echarle en cara su terrible derrota en el calvario, porque María fue el botón detonador del proceso de redención del mundo. Por eso, el demonio lucha para que la olvidemos y la veamos como una mujer cualquiera.

Las oraciones del manual, ¿son creadas por usted?


Las he elaborado a raíz de mi experiencia. Todas vienen de mi paquete de municiones espirituales y he visto que son efectivas contra la brujería.

¿Los demonios, al exorcizarlos, no han actuado en su contra?


Claro que sí. El demonio no va a dejar en paz a un sacerdote exorcista. Por eso, además de mi oración personal, cuento con un grupo de servidores que oran por mí y crean una muralla de fe que me protege. Pero si Cristo lo manda a uno al campo de batalla, no lo va a abandonar. No digo que no me ha pasado nada. Me he enfermado, me han puesto a orinar sangre por cosas en la comida. Dios permite que el exorcista experimente el sufrimiento para que pueda compadecerse del otro. 

Tuvo una vida diferente antes. ¿No ha tenido la tentación de regresar a ella?

Tentaciones siempre hay: gente que le hace a uno propuestas indecentes en el confesionario y más. Pero tengo la ventaja de que, al haber pasado por una vida de pecado, ya sé lo que eso me puede dar. Ya no me tientan ni las mujeres ni el dinero. Sé lo que es estar bajo la opresión diabólica.

¿Hay personas más susceptibles a estos fenómenos?

Los hijos de personas a las que les han hecho algún daño. Cuando hay un santo en una familia, Dios dijo que bendice por mil generaciones. Cuando hay un malvado, castiga hasta tercera y cuarta. He visto que niños de mujeres a quienes les hicieron algún tipo de brujería mientras estaban gestando nacen sensibles a esto. A veces lloran sin sentido, y el agua bendita para el llanto.

Agua, sal y aceite bendecidos son elementos que usted usa.

Sí, pero lastimosamente, por el racionalismo, hay obispos que incluso prohíben bendecir el agua. Y tienen sus razones: los santeros la usan para sus acciones, otros para que los opere José Gregorio Hernández, los satánicos en sus misas negras. Pero la solución no es prohibir, sino catequizar sobre su uso. Es importante que el fiel tenga en su casa con qué orar. Son una herramienta, no una superstición. Y me consta que los demonios reaccionan ante eso.

¿Cómo le consta?

En el caso de un muchacho, por ejemplo. Su mamá sospechaba que algo le sucedía, y no era físico. Le dije que le preparara la comida que más le gustaba con agua y sal bendecida. La reacción del joven fue arrojar los alimentos, entre gritos. No los pudo probar. 

Así no se manifiesten, ¿usted percibe las presencias del mal?

A veces voy por la calle y me dan ganas de vomitar. Me pasó hace poco en una calle en Medellín. Entre quienes tenemos sensibilidad espiritual, por haber vivido una liberación, es normal sentir escalofríos, náuseas, retorcijones, al llegar a un lugar contaminado. Es una forma que tiene el Señor para prevenirnos.

¿Todas las manifestaciones son de almas malas?

Hay almas buenas y malas que afectan este mundo, almas condenadas que pueden ser conjuradas. Pero también son normales los fenómenos que conocemos como poltergeist, en casas donde se mueven cosas, se enciende el televisor, se apagan las luces. Esto puede proceder de almas que vagan porque no conocieron de Dios en este mundo y no saben el camino que deben seguir. A veces ellas se aproximan a personas de fe para pedir ayuda. Si la aparición no es agresiva, puede pedírsele que de alguna forma exprese lo que necesita. Esto, claro, es un fenómeno distinto a la brujería.

MARÍA PAULINA ORTIZ
REDACCIÓN EL TIEMPO
http://m.eltiempo.com/


sábado, 28 de enero de 2012

Immaculée Ilibagiza: Asesinaron a su familia a machetazos en Ruanda; ahora da charlas sobre cómo perdonar

Todo sucedió en 1994. Los hutus comenzaron una persecución, sin piedad, a los tutsis. Familias enteras masacradas. Está es una de las historias...
 
Immaculée Ilibagiza
1994, Ruanda. En un pueblecito del sur del país llamado Mataba, en la casa de un pastor protestante se dejaron oír unos gritos: «¿Dónde está Inmaculée? ¿Dónde está esa cucaracha?». Detrás de la pared, oculta en un minúsculo baño secreto junto a otras seis mujeres, la susodicha contenía la respiración: si las descubrían, las mataban.

El holocausto ruandés había comenzado unos meses antes, aunque se llevaba ya preparando desde hacía más tiempo. La matanza fratricida de los hutus hacia los tutsis, las dos tribus del país, había estado anidándose en los corazones y, para colmo, el gobierno hutu alentaba a perpetrar dichos crímenes a través de su estación de radio.

Pero antes que todo esto sucediese, la familia de Inmaculée Ilibagiza, todos tutsis, podía calificarse de afortunada. Unos padres magníficos -ambos maestros- y unos hermanos cariñosos y brillantes en sus empresas. ¡Vivían un paraíso en la tierra! Un paraíso que se vio radicalmente frustrado el 7 de abril de 1994, fecha de inicio del holocausto.

Grupos armados con machetes y granadas rodearon la casa de la familia -a la que había acudido gente de todo el pueblo en busca de ayuda- y empezaron la carnicería. En medio del alboroto, el papá de Inmaculée la obligó a irse a refugiar a la casa del pastor Murinzi, que era un hutu moderado.

El pastor, un hombre bueno, la escondió junto a otras seis mujeres. No hablaban, no recibían sino un poco de comida por la noche y casi no podían moverse. Estuvieron ahí por más de tres meses, pendientes de un hilo y con el miedo cerrándoles la garganta.

Fue en uno de esos días cuando los gritos sorprendieron la casa: «¿Dónde está Inmaculée? ¿Dónde está esa cucaracha?». «Podía verlos en mi mente -comenta Inmaculée- aquéllos que solían ser mis amigos y vecinos […] ahora recorrían la casa con lanzas y machetes llamándome por mi nombre. […] Sabía que ellos no tendrían misericordia, y en mi mente sólo resonaba un pensamiento: “Si me atrapan, me matan”».

No la atraparon, pero el infierno de esos meses fue intenso. Sólo la oración continua la mantenía en calma, aunque la lucha interior fue muy dura; muchas veces deseó aniquilar con sus manos a todos los que le deseaban la muerte.

«¿Por qué estás invocando a Dios? -sentía en su interior durante sus momentos de oración- ¿no sientes tanto odio en tu corazón como los asesinos?». Se dio cuenta de que no podría orar sinceramente si no dejaba que en su corazón reinara el perdón. Pero, ¿cómo?

Una tarde, escuchó desde la ventana del baño cómo un bebé moría en la calle. En su interior se levantó una nueva queja: «¿Cómo puedo olvidar a las personas que son capaces de hacerle algo así a un bebé?». Y la respuesta, sencilla, le golpeó: «Todos ustedes son mis hijos y el bebé está conmigo ahora».

En ese momento se dio cuenta de algo increíble: los asesinos, aunque crueles, tenían alma y eran parte de la familia de Dios. ¡Tenía que perdonarles, tal y como Cristo lo hizo en la cruz! Y aunque no fue fácil y aún tuvo que recorrer mucho, ahí empezó todo.

Unas tropas francesas llegaron a la región, buscando sobrevivientes; el pastor condujo al campamento a las cansadas mujeres. Y ahí se topó con la noticia escalofriante, aquella que había estado negando todos esos meses: toda su familia, a excepción de su hermano Aimable, residente ese momento en Senegal, había sido asesinada.


Lloró. Gritó, y oró mucho a Dios. También perdonó.
Tras muchas peripecias -más infortunios con hutus; la llegada del Frente Rebelde Popular tutsi, que había luchado por liberar el país; la vuelta a Kigali, la capital, etc.- Inmaculée inició a trabajar en la ONU, en la misión de asistencia para la reconstrucción del país. En esa circunstancia, y tras un breve espacio de tiempo, se le concedió la posibilidad de regresar a su pueblo Mataba y ver lo que quedaba de su familia. Aceptó.

La experiencia fue dolorosa. Encontró las improvisadas tumbas de su madre y su hermano Damascene (brutalmente asesinado a machetazos); su padre y su hermano Vianney habían sido tirados a fosas comunes. Contempló su casa en ruinas. Pero, sobre todo, vio los rostros de sus asesinos, espiándole tras las ventanas de las casas. En sus pupilas descubrió pánico y resquemor.

Tarde, se dirigió a la cárcel. La recibió el burgomaestre y le trajo al jefe de la pandilla que había asesinado a toda su familia. Lo conocía: Felicien, un hutu con cuyos hijos ella había jugado en la primaria. Había sido su voz la que la llamaba en la casa del pastor… Sintió escalofríos.

«¡De pie, asesino! -le gritó el burgomaestre- Levántese y explíquele a esta chica por qué su familia está muerta. Explíquele por qué asesinó a su madre y descuartizó a sus hermanos». El hombre, con sucias ropas colgándole a jirones, lloraba. Cruzó su mirada por un instante con la de Inmaculée.

Ella se estiró hacia él, le tocó ligeramente las manos y le dijo en voz baja lo que había ido a decirle: «Lo perdono». Su corazón sintió un alivio inmediato y pudo comprobar que la tensión se liberaba de los hombres de Felicien.

Los años han pasado, y ahora Inmmculée se dedica a dar charlas sobre el perdón, a mostrar el efecto liberador que de él se desprende.

Y ¿cuál es la clave? La oración y dejar que el amor de Dios penetre en el corazón. Como dice Inmaculée, «el amor de un solo corazón puede marcar la diferencia. Creo que podemos sanar a Ruanda y a nuestro mundo sanando un corazón a la vez. Espero que mi historia ayude».

Aquí tienen una pequeña charla que dio en EE UU:
http://www.youtube.com/watch?v=077iv58BVFc

El libro de Inmaculée se puede comprar en:
http://www.elarca.com.mx/s/interior02.phtml?se=004&ca=038&ar=5842

www.religionenlibertad.com

domingo, 15 de enero de 2012

Mandy Smith, la chica de trece años que se casó con un Rolling Stone y ahora es católica


Lo tenía todo: fiestas, joyas, coches, una presencia física de modelo y un novio estrella de rock. Pero el problema estaba en que Mandy Smith contaba con sólo trece años cuando conoció y empezó a salir con Bill Wyman, el bajista, por ese entonces, de la bandaThe Rolling Stones.


Creció en Tottenham (Londres) con su hermana mayor Nicola y con su mamá Patsy, divorciada, que provenía de una familia católica irlandesa. De una belleza y presencia que la hacían pasar por una chica mucho mayor de lo que en realidad era, Mandy se iba con su hermana Nicola a fiestas para jóvenes de 18 y 19 años.


Y así fue como, una noche, recibieron unos tickets para una fiesta, en donde le presentaron a Bill Wyman. Yendo contracorriente, Mandy se enfrentó a todos, incluyendo a su familia: «Sí, me sentía avergonzada por esto. Después de todo, la relación se quedaba únicamente en el campo del sexo. Y yo sabía que estaba haciendo algo que era malo. Lo sabía».


Por fin, y tras ser el titular de numerosos periódicos en donde se le calificaba como “la nueva Lolita” o “la adolescente tentadora”, la pareja se casó cuando Mandy contaba con 18 años… y el resultado fue la separación a las pocas semanas del enlace.


Tras este duro golpe, Mandy no sólo sufrió lo indecible; incluso llegó a padecer una misteriosa enfermedad que le hacía perder peso de manera alarmante. Intentó salir adelante como cantante, pero sin todo el éxito que hubiese deseado: en casa todavía se la consideraba la chica salvaje que se había casado con un Rolling Stone. De hecho, también fracasó en su vida amorosa, con otro matrimonio roto en 1993 con el jugador holandés Pat Van Den Hauwe. En el 2001 tuvo una breve relación con el modelo Ian Mosby, con quien tiene un hijo en común.


Desilusionada con su vida en Londres, se trasladó a Manchester en donde empezó una tienda de ropa con su hermana Nicola. Durante esos años escribió su autobiografía It’s All Over Now, que fue un best-seller. Pero aún así, algo faltaba… algo que no le hacía olvidar su loco pasado adolescente. Y fue así como Medjugorje se cruzó en su camino.


En el 2005, decidió unirse a un grupo de amigos que fueron de peregrinación al santuario mariano: «Algo hizo click -dice Mandy- Sucedieron ahí cosas que yo no puedo explicar. Estábamos cenando cuando una imagen de María se nos apareció en un mantel blanco a diez pies de nosotros. Todos, en ese cuarto, lo vimos».


Decidida a volver a la fe de sus orígenes, Mandy opta por cortar por lo sano: «Estaba ya cansada de mi vida y quería dejar de lado el mundo de la celebridad. Tenía que trabajar fuerte para sentirme en paz conmigo misma». Y para eso, va a misa dos veces por semana, lleva a su hijo también todos los domingos y reza todos los días: «Definitivamente, mi fe me ha ayudado. Trato a Dios como Aquel a quien debo pedir consejo. Converso con él todos los días y puedo decir que Él es, en cierta manera, el hombre de mi vida. Tenía miedo, pero ya no temo nada».


Este paso es tan sincero, que incluso ha llegado a perdonar al novio rockero de su adolescencia: «La gente ya no es tan protectora con las celebridades como lo era antes y creo que si lo nuestro hubiese pasado recientemente, Bill hubiese ido a la cárcel. […] No creo que se deba hablar de abuso […] Él se enamoró de mí: no puedo mirarlo como algo malo o sórdido».


¿Y en qué dedica ahora su tiempo? Si no está con su hijo Max, se lanza a llevar a cabo obras caritativas. Pero lo que más preocupa a Mandy, son las adolescentes y jóvenes: «Trato de ser un modelo para esas jóvenes chicas, aunque sé que pueda parecer extraño. Lo que pasa es que yo sí soy muy consciente de las tentaciones y presiones a las que son sometidas a esa tierna edad, especialmente en lo referente al sexo y a las drogas».


Mandy sabe que nunca como ahora ha sido tan feliz. Gracias a su fe, puede ver su pasado con mayor claridad y gratitud… un pasado que no le pertenece a ningún Rolling Stone, sino a Dios mismo.


www.religionenlibertad.com
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